Marco Teórico
En las huestes españolas venían una gran cantidad
de grupos populares del sur de España, por lo que se
produjo, a un nivel no oficial, un encuentro entre las
supersticiones de los conquistadores con las de los
indígenas. Aquí se entremezcla el plano oficial de la
evangelización y la vivencia popular. Debido a la potente
religiosidad que existía en las culturas pre-europeas, los
conquistadores no pudieron imponer de manera radical
el catolicismo. Por ello, debieron cubrir y reemplazar
diversas deidades de los indígenas por, sus propias
deidades.
Es así, como en las fiestas de religiosidad popular,
se pueden observar elementos que escapan del mero
sentimiento católico, teniendo más relación con una
síntesis de elementos que nacen de la intuición de las
personas, y de una identidad creada a través de años. Por
ello, la Iglesia tuvo que adecuar sus ritos, a formas acep-
tadas o permitidas por los indígenas. De esta manera, se
entiende por sincretismo, “el conservar el contenido de
la antigua religión, adoptando sólo las formas exteriores
del cristianismo”14.
Al hablar de religiosidad popular, no se puede dejar
fuera el “rito”15. El rito es fundamental, pues no es
sólo un modelo de lo que se cree, sino también una
forma concreta para creerlo. A través de él, se genera
la convicción de que las concepciones religiosas son
verídicas y las directrices, sólidas. De esta forma, se
hace fundamental hablar del elemento ritual, tanto de
los pueblos precolombinos como de la religión católica.
Lo católico, al igual que lo indígena, se basaba en
características rituales a modo de desarrollar su culto
propio. Este hecho fue fundamental para que los ibéricos
se aproximaran, con el interés de introducir sus ritos,
a los nativos de América. Ambas prácticas de culto, se
basaban en el sacrificio ritual llevado a cabo en templos
o más específicamente, en lugares sagrados. Ambas
cosmovisiones, contaban con calendarios litúrgicos,
donde el ciclo agrícola de los nativos, calzaba con el ciclo
católico.
Una de las principales preocupaciones del español
que llegó a América fue la implantación, por la razón o la
fuerza, de sus propias creencias y religión. Y tomando en
cuenta que los pueblos precolombinos basaban todo su
desarrollo social y su vida en la fe, esta imposición pro-
vocó un cambio profundo en dichas culturas. La implan-
tación del cristianismo, por parte de los conquistadores,
significó el surgimiento de una realidad histórica donde
prevaleció el paralelismo entre la jerarquía (autoridades
civiles y clero), y la vivencia religiosa del pueblo y los
sectores populares. La visión cristiana oficial, logró
ser aceptada por conquistadores y conquistados, no
obstante, el paralelismo religioso conformó dos mundos
diferentes y distantes. Si bien utilizaban en común
algunos signos y ritos, sus lecturas eran distintas. De
esta manera, a pesar de ser por ambos lados tranzadas y
aceptadas algunas creencias, se produce de todos modos
una contraposición religioso-cultural.
Al ser implantada otra religión, para el indígena hubo
un cambio no sólo en su fe, sino también en su concep-
ción de la vida, del tiempo y del mundo en su totalidad.
Se vieron obligados a aceptar conceptos probablemente
no entendidos, que iban en contra de sus antiguas
creencias, o que simplemente no existían. No obstante,
fue imposible borrar por completo los antiguos credos
indígenas, como también imposible implantar en forma
pura, la nueva fe. Por lo tanto, la mezcla fue inminente e
inevitable.
Al adoptar la nueva fe y las nuevas formas de vivir de
los personajes que pueblan esta tierra, el mestizo, mitad
europeo, mitad americano, carga con el sincretismo que
surge de ambas creencias, y conoce y hasta acepta, la
religión de la trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero
sin olvidar la fuerza y la energía de sus antiguas deida-
des y concepciones de mundo.
La religiosidad popular en Chile, se afianza en los si-
glos XVI y XVII, y florece en los siglos XVIII y XIX. Existen
dos fases de la religiosidad popular chilena. La primera,
determinada por la manera en que los pueblos indígenas
se fueron apropiando de los elementos religioso-cultu-
rales europeos y la mantención de sus propias creencias,
y la segunda, caracterizada por contener por un lado, los
elementos religiosos tanto indígenas como españoles, y
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14 ALIAGA ROJAS, Fernando. Religiosidad popular chilena: visión histórica. Santiago, Chile: Ediciones Paulinas, 1992, p.27.
15 En general se llama “rito” a la manera o forma de una función religiosa, entendido como el conjunto de reglas establecidas para el culto y ceremonias
religiosas. Del latín, ritus, costumbre religiosa, uso, ceremonia.