(Sessions, 1995). A efectos de este artículo, resultan de relevante impor-
tancia los planteamientos del filósofo noruego Arne Naess. Naess (1973,
1988, 1989, 1990), que distingue entre la ecología superficial y la ecolo-
gía profunda, ha planteado que la ecología superficial es concebida desde
una perspectiva antropocéntrica; es decir, al mirar al ser humano, “ve a este
por encima o aparte de la naturaleza, como fuente de todo valor, y le da a
aquella un valor únicamente instrumental, ‘de uso’” (Capra, 1998, p. 29).
Por su parte, la ecología profunda “no separa a los seres humanos —ni
a ninguna otra cosa— del entorno natural. Ve el mundo, no como una co-
lección de objetos aislados, sino como una red de fenómenos fundamen-
talmente interconectados e interdependientes” (Capra 1998, p. 29). Esta
visión más profunda lleva a formular críticas concretas a la visión del mun-
do cientifista, industrialista, desarrollista y materialista y a la manera de vivir
que de esta se desprende. El hombre como centro de todo que no respeta
los recursos naturales en su afán desesperado de lucro y poder. Tal como
García (2005) lo explica al diferenciar las distintas tipologías de ecología:
Mientras que para la ecología social, la causa de la crisis de nuestro
entorno tiene sus raíces en la opresión de unos hombres por otros
y en la existencia de jerarquías sociales, para los ecofeministas, la
crisis del medioambiente no es sino la extensión de la explotación y
maltrato recibido por la mujer por parte del varón, durante siglos. La
ecología profunda indica como principal causa de la crisis ecológica
el fuerte antropocentrismo y la filosofía dualista que ha caracterizado,
especialmente, a la cultura occidental (p. 170).
De esta manera, la ecología profunda va a establecer unos nexos pro-
fundos entre la humanidad y su contexto material, simbólico, espiritual. No
importa el valor intrínseco o instrumental de los objetos de manera aislada.
No hay desconexión, los seres, el entorno, los ambientes, guardan ciertos ne-
xos. Por tanto, la mirada a la naturaleza y lo que nos rodea es esencial.
El análisis de Naess y Rothenberg (1989) ilustra este tema:
Naess ofrece las bases de una nueva ontología que hace de la huma-
nidad algo inseparable de la naturaleza. Si esta ontología se entiende
correctamente, no nos será posible (como hombres) dañar a la natu-
248 De la ecología de medios a la ecología profunda de medios - Jesús Antonio Arroyave-Cabrera, Toby Miller